Punto de inflexión en Chamartín

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Un punto de inflexión. Eso es lo que buscaba el Real Madrid con la llegada del Basilea al Santiago Bernabéu en esa noche de Champions que tanto gusta a los aficionados madridistas. El clima idóneo para relamerse las heridas del derbi.

Pero la afición no está contenta. Recepción a los jugadores entre pitos y aplausos y Casillas en el ojo del huracán. El portero, más o menos acertado, no podrá aguantar así mucho tiempo. Le apoyan más fuera de casa que en su estadio.

Volvamos al partido. Entre este ambiente enrarecido, los blancos apabullaron al Basilea a base de goles y pegada pero no nos engañemos, porque el partido no fue brillante. Transiciones lentas en muchas ocasiones, falta de movilidad y síntomas de descontrol que se repiten en demasiadas ocasiones durante los partidos de este equipo. Kroos y Modric manejan pero les cuesta equilibrar ante la desprotección que les supone el carácter ofensivo de los cuatro que hay por delante. Y eso que James lo empieza a interpretar. Al colombiano se le podrá comparar con quien se pretenda pero no cabe duda que tiene personalidad y arrojos de jugador grande. Lo intenta, se asocia, llega y, además, cada vez defiende más. Personalidad a raudales. Está introduciendo el código disciplinario de la defensa en su ADN futbolístico, algo que prueba que no es un galáctico al uso.

El Basilea, por su parte, comenzó con buenas maneras pero seis minutos de locura blanca acabaron con los buenos modales suizos. Abrió la lata Suchy en el 13 con un gol en propia puerta tras centro de Nacho previo taconazo de James cuando el partido se empezaba a inclinar a favor madridista. Pero el ciclón estaba por llegar. Desde el minuto 29 al 35 llegar tres goles blancos prácticamente consecutivos. Modric ejerció de maestro de ceremonias con dos envíos de lujo con el exterior para Bale en los dos primeros. El primero lo aprovechó el galés para poner el 2-0 y el segundo para asistir a Cristiano Ronaldo, que no faltó a su cita con el gol como ya viene siendo habitual aquí. Ya está muy cerca de superar a Raúl en las apuestas en la champions league. Todavía quedaba tiempo para uno más y James, aprovechando un rechace de un disparo de Benzema, cerró la estampida. A renglón seguido, Derlis González cerró una primera parte entretenida con cinco goles en el electrónico.

El segundo tiempo, con el partido finiquitado, sirvió para que Benzema se reencontrara con el gol y para que se volvieran a apreciar esos síntomas de descontrol que tan poco gustan a la parroquia madridista. Ausencia de transiciones defensivas, pérdidas por relajación y poca intensidad también en el aspecto ofensivo fueron la tónica de una segunda mitad en la que el Basilea aprovechó para demostrar que es un buen equipo, pero que el Real Madrid es un equipo difícil de torear.

Esa debe ser la lectura para los blancos. La plantilla es excelente a pesar de las salidas. Veremos si Ancelotti es capaz de convencerles de trabajar todos juntos para conseguir los objetivos. De momento, el punto de inflexión puede ser este.

Guillermo Fernández

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